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viernes, mayo 19, 2006

Villas Romanas en la Meseta Norte


Durante los siglos III y IV las villas hispanas muestran un auge sin precedentes, coincidiendo con esa etapa de decadencia de la vida urbana cuyas motivaciones antes hemos comentado. Los poderosos, al trasladarse a sus casas en el campo, llevaron consigo todos los refinamientos que la vida en la ciudad les ofrecía, levantando edificios ricamente ornamentados y cuyos niveles de lujo y suntuosidad no eran inferiores a los de la mejor "domus" de la ciudad.

En la Meseta castellana, durante el Alto Imperio, la economía agraria se había caracterizado por un régimen de pequeños y medianos propietarios agrícolas, junto a unas propiedades de tipo comunal, cada vez menores. De forma paulatina y ya en el Bajo Imperio, los miembros de la familia imperial, los senatoriales y las oligarquías locales fueron acumulando tierras, creando grandes latifundios en un proceso de concentración de la propiedad en unas pocas manos.

Ese es el motivo de que la moderna Arqueología haya encontrado en las tierras castellanas abundantes vestigios de las antiguas villas hispanorromanas, importantes centros de poder enmarcados en un medio rural que tendía a ser autárquico, para lo que disponían de todo tipo de talleres dedicados a la fabricación y reparación de los útiles más diversos. Se piensa, incluso, que llegó a ser frecuente que los ricos propietarios agrarios tuviesen pequeños ejércitos privados, que garantizaban la paz en su fundus. Así, a modo de ejemplo, sabemos por Orosio que, a comienzos del siglo IV, dos hermanos, Dídimo y Veriniano, reclutaron un ejército de campesinos para impedir que un contingente bárbaro atravesase los Pirineos. Los dos hermanos fueron derrotados y los invasores saquearon el Valle del Duero.

Los vestigios de dos de las más importantes villas rurales españolas están situados en la actual provincia de Palencia. Están abiertas al público gracias a las acciones emprendidas por la Diputación de esa provincia y constituyen dos excepcionales museos vivos de la sociedad hispanorromana del Bajo Imperio. Miguel Ángel García Guinea, excavador de la villa de Quintanilla de la Cueza, realizó una reflexión interesante sobre lo que ha llegado a suponer la acción de restauración y conservación ejercida por la Diputación Provincial palentina:
Toda la aspiración de un arqueólogo, que es ver conservado in situ el área de la excavación, -es en el propio lugar en que hubo vida donde realmente debe permanecer el testimonio de la misma, reforzándose así el impacto cultural y emocional del visitante-, se ha cumplido felizmente en este caso. Más que llenar los museos de despojos que, al desenraizarse, pierden gran parte de su fuerza evocadora, la cultura moderna debe hacer surgir de la tierra aquellos recuerdos objetivos que permitan resucitar la historia y dejarlos allí, sobre su viejo escenario, voceros permanentes de unas vivencias humanas que el tiempo inexorable ha consumido.

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