En la anterior entrada a esta mini serie hacíamos referencia a cuestiones de vestido y costumbres de los judios que habitaban Palestina en el siglo I de nuestra era. En esta segunda entrega vamos a seguir profundizando en el conocimiento histórico del contexto.
Los evangelios de
Lucas,
Mateo y
Marcos son conocidos como evangelios sinópticos, es decir, que tienen una gran similitud en los textos y su contenido, no así el de
Juan que difiere en muchos asuntos, resultando un evangelio cercano a los apócrifos o gnósticos, de los cuales tenemos otros 26 textos como el recientemente presentado
Evangelio de Judas Iscariote. A pesar de su indudable valor espiritual, no debemos tomar estos evangelios como una precisa crónica del momento del arresto, juicio y crucifixión de Cristo, la razón es que fueron escritos entre el 70 y el 90 d.C. y en áreas lejanas a la Palestina de Jesús. El propósito de los evangelistas fue contextualizar la muerte de Jesús, para hacerlo más cercano al entendimiento de sus fieles, tratando de conjugar su actuación en vida con su muerte en la cruz, resultando una muerte salvaje que ensalza su gloriosa resurrección. Gibson ha ignorado las fuentes históricas para centrarse en las últimas 12 horas de Cristo según los evangelistas.
En la primera mitad del I d.C. , la población romana de Judea y de las áreas colindantes Idumea, Samaria y Galilea estaba formada por numerosos facciones, clanes y sectas: una amalgama de grupos religiosos que otorgaban una distinta explicación al judaísmo. No era precisamente una balsa de aceite, sino que las tensiones estaban al orden del día. Había continuas tensiones entre judíos y las tropas de ocupación romanas, entre judíos y gentiles (no judios, como griegos o sirios), galileos y judios (de la región de Judea) luchaban contra los samaritanos, mientras que éstos atacaban a los peregrinos galileos. Los judíos estaban a su vez subdivididos en numerosas facciones religiosas como saduceos, esenios o fariseos. Los judíos, entre los que se incluían los sacerdotes seguidores de Jesús discutían sobre las leyes y tradiciones hebreas, incluso sobre la adopción del latín y el griego y sus formas culturales. Los hebreos organizaron movimientos de resistencia contra la ocupación romana, cuyos gobernadores se procuraban una constante y alertada fuera militar, en especial con motivo de festivales religiosos como la fiesta del cordero, para evitar atentados y algaradas callejeras. Presentar, como hace Gibson, a los judíos como un bloque monolítico es poco menos que inaceptable históricamente.
Tanto para los romanos, como para los sumos sacerdotes del Sanedrín, todas aquellas personas capaces de movilizar a un número importante de personas bajo consigna religiosa o política eran miembros potencialmente peligrosos. Durante los periodos pascuales, acudían
a Jerusalén multitudes enfervorecidas, que ponían en guardia a la nerviosa guarnición romana. Jesucristo, naturalmente era visto como un individuo potencialmente peligioso, recordemos pues su predicaciones multitudinarias, como las que daba en barcas en el lago Tiberiades o en la cima de suaves colinas para ser visto y escuchado por las multitudes que congregaba su carismática presencia. Con sus predicaciones a favor de la pobreza es posible que se hubiera ganado el apoyo de las clases populares e incluso de sectores nobles empobrecidos, sin embargo se atrajo la desconfianza de los sumos sacerdotes que veían peligrar su status-quo, y por consiguiente su riqueza. Este panorama explica porqué Jesucristo fue condenado y ejecutado tan rápidamente, ya que un juicio prolongado hubiera animado a sus seguidores a la revuelta (recordemos que Simón-Pedro cortó en un arrebato de ira la oreja a uno de los captores de Cristo en Getsemamí, por lo que una rebelión violenta entre sus pacíficos seguidores tampoco es descartable). Jesucristo murió mediante un método de crucifixión romano, ya que sólo los romanos podían impartir la pena capital en sus provincias.
Como director de "La Pasión de Cristo" Mel Gibson se ha visto obligado ha hacer
elecciones narrativas para su novela: cuando y donde comienza la historia, que enfatizar de cada personaje y como mostrar sus características personales. El resultado es una película, que como buena escultura barroca, enfatiza el dolor y el sufrimiento de forma cruenta, aunque no perfectamente documentada. Gibson trata de mostrar el realismo de su mensaje usando antiguas lenguas en boca de sus actores, recurso novedoso y que sí que consigue el efecto realista que la ambientación no llega a cubrir.